No es tan fácil diferenciar el amor propio del ego y este último el que muchas veces no nos deja avanzar en nuestra vida. Es el ego como orgullo el que nos da malos consejos, nos altera, el que nos hace pensar en la peor de las situaciones, el que nos hace actuar de manera acelerada...en definitiva, el que no nos deja fluir. Puede que sea una lucha constante entre ellos o por lo menos yo, que intento que mi orgullo, mi ego no me domine.
Es sobretodo cuando voy a actuar en situaciones un poco comprometidas cuando mi ego florece con todo su esplendor, no dejándome ver de forma objetiva la realidad de la situación y poniéndome en la peor de las tesituras haciéndome creer que es mi dignidad la que me está dando la voz de alarma.
Por lo que he de actuar con cautela cuando mi ego aparece a traición sin avisar para incordiarme.
Y creo que es la paciencia la que me demuestra si es el ego o no el que está en mi cabeza hasta que vea con claridad la actitud que debo de tomar.
Es difícil, pero no imposible diferenciar mi amor propio de mi ego. Pero a medida que voy conociendome, voy conociendo mejor a mi "Pepillo Grillo" que está en mi cabeza.
Y cuando estoy con esa lucha y en mi cabeza retumba una serie de pensamientos, sé que con paciencia y meditación daré con la clave y que actitud asumir sin que mi orgullo aparezca.
Y creo que es la paciencia la que me demuestra si es el ego o no el que está en mi cabeza hasta que vea con claridad la actitud que debo de tomar.
Es difícil, pero no imposible diferenciar mi amor propio de mi ego. Pero a medida que voy conociendome, voy conociendo mejor a mi "Pepillo Grillo" que está en mi cabeza.
Y cuando estoy con esa lucha y en mi cabeza retumba una serie de pensamientos, sé que con paciencia y meditación daré con la clave y que actitud asumir sin que mi orgullo aparezca.
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