lunes, 28 de septiembre de 2009

LA HISTORIA DE CÁCERES



LA HISTORIA DE CÁCERES
Hay pocos vestigios de que Cáceres estuviera poblada en el período Paleolítico, mientras que en el Neolítico los testimonios son mas abundantes, pudiéndose citar las Cuevas del Conejar, y la del "Francés", en Maltravieso. No mucho más copiosas son las huellas de la Edad de los Metales. En los tiempos protohistóricos la ciudad fue ocupada por los celtas vetones disidentes de los lusitanos.

La cuestión crítica de la fundación y del nombre atribuido a Cáceres por los colonizadores romanos se debatió largamente, sosteniéndose, a partir del s. XVI, que fue la Castra Caecilia mencionada en el Itinerario de Antonino y enclavada en la Via Lata a 44 millas de Emerita Augusta. En el año 1675 Ulloa y Golfín, en su Memorial, alude al encuentro de una lápida en la que figura la inscripción Norba Caesarina; en 1794 se descubrió en la puerta de Mérida un trozo de arquitrabe en el que reza la misma inscripción, que, copiada por Boxoyo, se dio a conocer a Madeu, quien, recogiéndola, hace mención de que en Plasencia había sido hallada otra igual. A la vista de esta piedra, el profesor Hübner sostuvo la identificación de Cáceres con Norba Caesarina, teoría a la que se sumaron Hinojosa, Fernández-Guerra y Floriano; en 1930, al realizar obras en la muralla, entre las torres del Horno y de la Hierba, se tropezó con un tizón de un metro de largo por 0,40 de alto, que presenta igual texto. Ello no obstante, no faltan autores que contradigan semejante parecer, tales como el padre Flórez y Pascual Madoz, quienes creen que se trata de Alcántara y Berzocana, respectivamente.

De las murallas del Cáceres romano se conserva gran parte y una puerta intacta, la conocida por el Arco del Cristo.
La ciudad padeció el paso de los bárbaros, recuperándose en la etapa visigoda y formando en las filas de San Hermenegildo en la lucha entablada por éste contra su padre, Leovigildo, en el año 582. Conquistada por los árabes, la utilizaron para saquear a los reinos cristianos, denominándola Cazires.
Con la dominación árabe se rehace Cáceres. Nuevas murallas de tapial sustituyen a las derruidas romanas y se levantan señoriales mansiones y un espléndido alcázar del que aún se conservan sus aljibes en lo que actualmente es el Museo Arqueológico Provincial.
Ya en la era de la Reconquista, Fernando II se adueña de la plaza en 1169 y el 1 de agosto de 1170 se funda la congregación de los Fratres de Cáceres, que ostenta la enseña de Santiago (vesillo Sancti Jacobi), denominación que le duró muy poco, trocándola por la de Caballeros de Santiago, si bien conservó el nombre de la espada. Cáceres permaneció en poder de los cristianos hasta el 10 de marzo de 1173, fecha en la que hicieron heroica resistencia los Fratres en la torre conocida como del Bujaco, contracción vulgar de Abub-Jacob-Yusuf, motivo por el cual, en el santoral español de las órdenes militares ese día se celebra la fiesta de los caballeros mártires de la orden. En 1184 vuelve la ciudad al poderío de Fernando II, ganándola de nuevo el emir almohade Yusuf Almansur en 1196. Muerto el monarca leonés, le sucede su hijo Alfonso IX, conocido por el Baboso (loco, en árabe), elcual realiza operaciones sobre la villa en 1213, 1218,1222 y1223, sin lograr éxito hasta el 24 de junio de 1277 (in festo Sancti Joannis) en que tiene lugar su incorporación definitivaa la causa cristiana. Entre esa anualidad y el 23 de abril de1229, día en que el rey conquistador pronuncia su últimoFuero, le otorga dos más y una carta de población, sosteniendo, a raíz de la recuperación de Cáceres, un pleitocon los Fratres, que pretendían la reivindicación de ella porhabérsela donado Fernando II, divergencia que se zanja, tras dos años de duración, en virtud de la concordia de Galisteo, haciendo los Mílites renuncia a su pretensión para compensarle de ciertos privilegios reales.
El rey Fernando III confirma a Cáceres los Fueros concedidos por su antecesor el 12 de marzo de 1231, a través del privilegio conocido por el Fuero Latino, y, a su vez, otorgó y mandó romancear los restantes que aparecen transcritos en un códice municipal del s. XIII, obrante en el archivo del excelentísimo Ayuntamiento de la ciudad, que fueron clasificados por el scripsi en: Fuero de las Leyes, Fuero de la Cabalgadas y Fuero de los Ganados (este último concedido por el propio Concejo con la venia real). El Concejo cacereño, por adoptar la forma de abierto, lo integraban todos los vecinos, si bien en los actos más solemnes intervenían, representándolo, los varones destacados de la villa; así les vemos jurar (sub iuramento erecta manu duodecim boni iuri) con el rey, que siempre serían fieles a la majestad de Alfonso y de sus hijas, comprometiéndose el soberano a que Cáceres no saliera nunca del reino leonés. Los Fueros extensos ofrecen una minuciosa regulación de las instituciones de Derecho público y privado. Las milicias locales participan en las guerras de Sancho IV y Alfonso X y en las fratricidas de Pedro I y Enrique II, originándose banderías entre los cacereños que culminan en el reinado de Enrique IV.
La reina Isabel la Católica hubo de venir a Cáceres con el propósito de poner paz, haciendo su entrada el 30 de junio de 1477 y consiguiendo, con tacto político, armonizar a los contendientes, dictando en esa ocasión unas interesantes y progresivas ordenanzas municipales a la villa, volviendo en 1479, acompañada de su esposo Fernando y jurando ambos los Fueros cacereños.
En el s. XVII, el eremita Francisco de Paniagua se retira a la sierra de Mosca, rindiendo culto a una imagen de la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Montaña, que hoy es patrona de la ciudad. Las guerra de Secesión con Portugal (s. XVII), la de Sucesión (s. XVIII), la de Independencia y la civiles no se proyectan sensiblemente sobre el solar cacereño y merced a ello hoy presenta la ciudad al visitante un barrio medieval maravilloso y completo, declarada monumento nacional, en vivo contraste con su espléndida ciudad moderna.
En el s. XVIII formó Extremadura una intendencia que en 1820 se dividió en las dos provincias actuales, y Cáceres fue elegida por capital y dio nombre a la septentrional.
En 1936 se sumó al Movimiento Nacional [más], estableciendo Franco su primer Cuartel General en el palacio de los Golfines de Arriba, donde fue proclamado Jefe del Estado, según se puede leer en una lápida sobre la fachada del mencionado edificio de fecha 29 de septiembre de 1936