"QUE NO ME LA DEN CON QUESO".
Esta expresión tiene su origen en una
trampa que utilizaban los bodegueros
antiguamente.
Cuando el vino era malo se
lo ofrecían a los catadores junto con una
tapa de queso, pues resulta que el
queso contiene unas proteínas que limitan
el poder de degustar otros sabores. De esta
forma el catador quedaba satisfecho con el
producto y el vendedor conseguía librarse
de las peores botellas.
Cuando el cliente
llegaba a casa y volvía a probar el vino se
daba cuenta del engaño.
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